Este pequeño escrito debe comenzar por decir lo maravillosa que es nuestra tierra colombiana (y ahí sí que se me salga el patriotismo), pues se debe decir cuán grandioso es poder cambiar de clima, de atmósfera, de gente, de costumbres y casi que de cultura por completo a tan sólo una hora de la capital...
Ir a Bojacá, que ya estriba con selva, es en realidad bastante fácil (y, reitero, a tan sólo una horita larga de las tierras bogotanas). Además, derriba con creces algunos de los imaginarios comunes sobre la plaga de violencia y destrucción que hay saliendo de las ciudades. Por el contrario la paz, la quietud, la vegetación y el eterno devenir de ríos laberínticos, son tan sólo algunas de las recompensas que se develan a todo aquel que decida hacer camino al andar entre, por ejemplo, Bojacá y Cachipay...
Por otro lado hay que decir que la caminata, en mi caso, fue más bien una especie de tragicomedia en la que no sé si me lamenté demasiado o si, por el contrario, me divertí y disfruté de lo lindo...
Esa es la parte buena...
Lo triste es el abandono en que el Estado tiene a muchos de estos pueblos...
El abandono en que la gente prejuiciosa ha dejado nuestros pueblitos, a los que puede no conocer, pero de los que habla mal y piensa como menos, mientras, en cambio, se jactan de conocer Miami, Las Bahamas o cualquier Hawaii, pintándolo como lo mejor del mundo, sin siquiera imaginar la belleza que se abre espléndida a menos de cien minutos de la urbe...
Triste es que la gente de esos pueblos lo encuentre a uno, le abra la puerta de su casa y, aunque realmente no tengan nada, saquen cinco bananitos y se los regalen a uno mientras le ponen musiquita y le permiten resguardarse de la lluvia hasta que llegue la chiva que lo puede rescatar a uno de seguir caminando por aquellos parajes infinitos... y triste es sólo en la medida en que se compara con las puertas recelosamente cerradas de las ciudades, donde nadie le regala un huevo a nadie y desconfiamos de nuestros vecinos, amigos e, incluso, de nuestra pareja...
Lamentable es que sean pueblos como estos, en su gran mayoría más abajo en el mapa, los que vivan los conflictos en una guerra que incluso les pertenece menos a ellos que a nosotros, mientras viven entre el fuego del ejército, de la guerrilla y de las autodefensas (lo que muchas veces es lo mismo) tratando de correr a "los uniformados" para salvar lo que casi no tienen, mientras nosotros contemplamos aquí un problema que decimos tener, pero que en realidad nos es ajeno y frente al que nadie hace nada porque "no vaya a ser que lo cojan a uno por andar metiendo las narices donde no le toca" y más bien comiendo callado cada uno de lo que tiene...
Maldito individuo posmoderno...
Definitivamente a veces no tener es lo único que le enseña al ser humano a compartir su corazón, mientras deja uno de pensar en SU futuro como individuo y entiende la importancia del otro... mientras se desprende de las necesidades no tan necesitadas y pone el conocimiento adquirido un poco menos en función de hacer riquezas y subir sedado en el escalafón social, y un poco más en función de hacer un mejor lugar del país y del mundo para todos...
Los invito a conocer, a aportar, a ayudar, a divertirse y a ser solidarios con lo que se tiene, en vez de andar envidiando lo ajeno, en vez de andar mirando el Discovery Channel y decir: "uy, que chimba de carros y edificios... esos gringos si que viven del putas... lo mejor del mundo", y más bien entendiendo que no es mejor o peor, sino diferente, y que lo que tenemos aquí es tanto o más valioso que cualquier cosa en el mundo... y eso, por favor, no lo olviden...
En todo caso, y para no terminar con ese tono mortuorio y cantaletudo, la experiencia fue maravillosa. Me perdí. Duré cinco horas caminando y no pude terminar el recorrido de supuestas tres horas a pie, pero extenuado agradezco haberme extraviado como lo hice y en la compañía de quien lo hice, pues realmente fue una experiencia inolvidable, y los convido a "pegarse la rodadita" y hacer este tipo de cosas en Colombia antes que en el resto del mundo (o al menos de manera intercalada)... por favor, no lo dejen para después...
Juega igual para los nacionales de todos los territorios...
No siendo más...
Ir a Bojacá, que ya estriba con selva, es en realidad bastante fácil (y, reitero, a tan sólo una horita larga de las tierras bogotanas). Además, derriba con creces algunos de los imaginarios comunes sobre la plaga de violencia y destrucción que hay saliendo de las ciudades. Por el contrario la paz, la quietud, la vegetación y el eterno devenir de ríos laberínticos, son tan sólo algunas de las recompensas que se develan a todo aquel que decida hacer camino al andar entre, por ejemplo, Bojacá y Cachipay...
Por otro lado hay que decir que la caminata, en mi caso, fue más bien una especie de tragicomedia en la que no sé si me lamenté demasiado o si, por el contrario, me divertí y disfruté de lo lindo...
Esa es la parte buena...
Lo triste es el abandono en que el Estado tiene a muchos de estos pueblos...
El abandono en que la gente prejuiciosa ha dejado nuestros pueblitos, a los que puede no conocer, pero de los que habla mal y piensa como menos, mientras, en cambio, se jactan de conocer Miami, Las Bahamas o cualquier Hawaii, pintándolo como lo mejor del mundo, sin siquiera imaginar la belleza que se abre espléndida a menos de cien minutos de la urbe...
Triste es que la gente de esos pueblos lo encuentre a uno, le abra la puerta de su casa y, aunque realmente no tengan nada, saquen cinco bananitos y se los regalen a uno mientras le ponen musiquita y le permiten resguardarse de la lluvia hasta que llegue la chiva que lo puede rescatar a uno de seguir caminando por aquellos parajes infinitos... y triste es sólo en la medida en que se compara con las puertas recelosamente cerradas de las ciudades, donde nadie le regala un huevo a nadie y desconfiamos de nuestros vecinos, amigos e, incluso, de nuestra pareja...
Lamentable es que sean pueblos como estos, en su gran mayoría más abajo en el mapa, los que vivan los conflictos en una guerra que incluso les pertenece menos a ellos que a nosotros, mientras viven entre el fuego del ejército, de la guerrilla y de las autodefensas (lo que muchas veces es lo mismo) tratando de correr a "los uniformados" para salvar lo que casi no tienen, mientras nosotros contemplamos aquí un problema que decimos tener, pero que en realidad nos es ajeno y frente al que nadie hace nada porque "no vaya a ser que lo cojan a uno por andar metiendo las narices donde no le toca" y más bien comiendo callado cada uno de lo que tiene...
Maldito individuo posmoderno...
Definitivamente a veces no tener es lo único que le enseña al ser humano a compartir su corazón, mientras deja uno de pensar en SU futuro como individuo y entiende la importancia del otro... mientras se desprende de las necesidades no tan necesitadas y pone el conocimiento adquirido un poco menos en función de hacer riquezas y subir sedado en el escalafón social, y un poco más en función de hacer un mejor lugar del país y del mundo para todos...
Los invito a conocer, a aportar, a ayudar, a divertirse y a ser solidarios con lo que se tiene, en vez de andar envidiando lo ajeno, en vez de andar mirando el Discovery Channel y decir: "uy, que chimba de carros y edificios... esos gringos si que viven del putas... lo mejor del mundo", y más bien entendiendo que no es mejor o peor, sino diferente, y que lo que tenemos aquí es tanto o más valioso que cualquier cosa en el mundo... y eso, por favor, no lo olviden...
En todo caso, y para no terminar con ese tono mortuorio y cantaletudo, la experiencia fue maravillosa. Me perdí. Duré cinco horas caminando y no pude terminar el recorrido de supuestas tres horas a pie, pero extenuado agradezco haberme extraviado como lo hice y en la compañía de quien lo hice, pues realmente fue una experiencia inolvidable, y los convido a "pegarse la rodadita" y hacer este tipo de cosas en Colombia antes que en el resto del mundo (o al menos de manera intercalada)... por favor, no lo dejen para después...
Juega igual para los nacionales de todos los territorios...
No siendo más...
1 comentario:
no sé... tantas veces he escuchado el mismo discurso en las noticias, como en el boletín del consumidor o tal vez, cuando lo leo en el periódico, donde personas famosas por primera vez salen de sus casas, de su ritmo, de los Showzs y pueden por tan solo un segundo disfrutar de lo que más vale la pena; la tierra, que aunque no la conozacamos y nos sitamos tan ajenos de ella, es por ella que vivimos y comimos.Depronto tanto orden en las civilizaciones sea lo que más tiene de artificioso y tal vez, solo talvez ese desorden sea lo que a las demás personas las afecten, no pueden entender la hermosura del caos, porque si, a pesar de ser hermosa, la naturaleza no tiene orden alguno al igual que nosotros como humanos no tenemos sentido para nuestras vidas.
El caso es que ese desorden, no están dispuesto asumirlo muchas personas, incluso personas como usted, siento que su relato no deja de ser retazos de lo que uno escucha en una propaganda turística, en realidad no me convenció.
¿eso fue lo único que disfrutó?, pues lo que cuenta en él no se encuentra ligado con la naturaleza, es más bien una anécdota donde lo más emotivo fue la compañia con quien estuvo.
A pesar Me alegra que haya podido ver un poco más de lo que siempre ve, el salir de ese orden es realmente algo estimulante y ensoñador.¿pero cuantas veces esta dispuesto a realizar este tipo de viajes?
que pena los errores pero me aburre corregirlo.
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